Leonardo y los fontaneros encierra dos historias paralelas. Por un lado, la amistad entre un perro callejero, Leonardo, y un chaval de octavo, contada con gran lirismo. Por otro, la historia, mucho más realista, de las aventuras de Antón y sus compañeros de curso, los «fontaneros».

Ilustraciones de Marta Barroso

Al lector  

Si eres persona de paciencia y no te importa dedi­carle el tiempo necesario a la lectura de esta no­vela, puedes leerla como se leen normalmente los li­bros, empezando por la primera página y acabando por la última. Comprobarás que no queda ningún cabo suelto y tendrás noticia de las cosas tal y como acontecen en la vida misma, que siempre hay que esperar un poco para ver cómo terminan. 

Por el contrario, si eres de esos que antes de lle­gar a la página 10 ya andan curioseando en las úl­timas porque no aguantan sin saber qué va a pasar al final, te lo pongo muy fácil: empiezas la lectura por el principio y, cuando te pique la curiosidad, sigues al pie de la letra las instrucciones que te doy. Si te equivocas y te salen historias sin pies ni cabeza, allá tú. 

Finalmente, si te gustan los perros o si has te­nido alguna vez un amigo de esos de la calle, que son tan agradecidos y alegres cuando las circuns­tancias se lo permiten, puedes conocer primero a Leonardo y después a los fontaneros. Para hacer esto, empezarás la lectura por la página 7 e irás pasando de acuerdo con las instrucciones. Después volverás a la 10 y leerás lo que te falte. 

Haz lo que quieras, amigo; pero lee el libro, que para eso lo escribo. Y ojalá te guste.